En un bucle

Como un río que no puede evitar seguir haciendo lo que hace si no hay una ayuda externa. El agua puede evaporarse, pero tendría que subir la temperatura, congelarse, pero tendría que bajar, puede salpicar, pero tiene que chocar contra un obstáculo, puede cambiar de dirección, pero el camino tiene que permitir el giro. Y así, como el agua del río, aún teniendo mil opciones a nuestro alcance, elegimos, deliberadamente, hacer exactamente lo mismo que el día anterior. Para tener la sensación de vivir en bucle, tienen que entrar en juego muchos aspectos que la comparación anterior resalta. Libertad de elección, inercia, causalidad, hábitos y rutinas, comportamientos y modas cíclicas. Dado que el primero lo hablé en la fantasía de elegir, no profundizaré tanto en ese aspecto, pero sí en lo demás, en todo aquello que te hace tener la sensación terrible de que hagas lo que hagas, estás atascado en un bucle para bien o para mal. Es bastante obvio que lo primero que lo puede provocar es la simple y llana rutina. Nos tiramos toda la vida tratando de buscar una estabilidad que se traducirá irremediablemente en repetición. Y aquí está el primer punto, rutina monotonía. En todas las etapas de tu vida, creas rutinas.


Son más que útiles vitales. Necesitas automatizar el día para no ocupar el cerebro con tareas innecesarias, lo que consideramos básico. Qué comer, qué camino elegir, con quién interactuar, qué ropa usar, etc. Cuando le has enseñado a tu cerebro el resultado de una elección inevitable y ha visto que es segura, la querrá repetir. No le importa si es o no aburrida, le importa saber el resultado. Una elección inevitable es una catastrófica, pero diremos que es la primera vez que tienes que hacer algo y lógicamente no tiene referencias previas para saber si ha sido buena o mala elección. Y la elección se convierte en si hacerlo o no, ¿se entiende? Por ejemplo, la primera vez que visitas un restaurante, tu elección se ha basado en seguir o no, porque aún no puedes saber si ha sido buena o mala idea. Muy obvio, claramente, pero es la base en la que se asienta la creación de hábitos que aplicarás en las rutinas y que te llevará a tener un comportamiento cíclico. Si nunca es como las primeras veces, es porque con la repetición dejas de prestar atención a los detalles, siempre caminando por la misma ruta, fijándote en los mismos detalles, teniendo la misma conversación o parecido con las mismas personas.


Esta es la parte en la que el ser humano está mal hecho por naturaleza. Esa parte de ti que te hace buscar incesantemente la calma de lo conocido te castiga, haciéndote sentir un aburrimiento insufrible. La diferencia entre rutina y monotonía está en la proyección a largo plazo en si esa persona ve que lo que hace lleva a algo. Las rutinas están geniales, pero se vuelven en tu contra si no hay un objetivo o el que tienes es demasiado lejano, indefinido o trivial. Ahora, cuando usas monotonía en lugar de rutina, entiendes que esas actividades son aburridas, pesadas. Empiezas a pensar por qué haces lo que haces y qué finalidad tiene. Y aún con todos esos dilemas de poder hacer lo que quieras en cualquier momento, te ves eligiendo hacer exactamente lo mismo al día siguiente. Y cuanto más pase el tiempo, más se sentará a la costumbre.
El tiempo pasa, pero aquí está otra vez. La nueva canción que todos escuchan, la nueva película que todos ven, el nuevo juego que todos juegan, la nueva polémica de la que todos hablan, la nueva crisis de la que nos tenemos que preocupar. Nuevas, pero no se sienten diferentes, aburriendo al cerebro con las mismas señales que ha visto un millón de veces y no podrás evitar pensar, por muy racional que sea, que estás viviendo un bucle.

escrito por: Yeicari Torrealba

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